Publicado en el Foro Metal Afición (http://foro.metalaficion.com/index.php/topic,3259.0.html) el 24/02/11
CAP 01
No acepto trabajos extraños. Extraños en cuanto que no los haya elegido yo. Y si alguna vez lo hago es con la condición de no ser presionado, y de no tener fecha de finalización concreta. A veces el reto que supone o la exposición por parte de quien me lo pide me predispone a su favor. En fin, como todos supongo. Además no soy relojero, es un arte cuyo estudio en profundidad tengo reservado para cuando el júbilo me invada, si la presbicia, la alopecia y otros pequeños impedimentos de la vejez me lo permiten.
Bueno este es el sujeto de este “hilo”:
Y aquí comienza el objeto:
Este reloj me llegó desahuciado. Su dueño, un compañero de trabajo, lo había llevado a todos los relojeros que pudo, incluso fuera de España. Yo acepté el encargo. No quiero decir con eso que yo sea único sino que no voy a estimar las horas invertidas. Cobraré un precio simbólico y serán muchas horas. He avisado a mi compañero de que no es un Omega SpeedMaster, ni un Rolex, ni ahora ni cuando nuevo. Nuevo podía terminar el día con +/- 5’. Adelantar cuando tenga poca cuerda y atrasar recién dada. Mi compañero sólo quiere volver a verlo “latir”. Me relata que perteneció a su abuelo que era gaucho allá en la Argentina. Yo me imagino al abuelo cabalgando por la Pampa, mientras rebolea las boleadoras… Y debió tener algún tipo de accidente con el arma: o bien golpeó el reloj con el artilugio mientras lo blandía o bien se golpeó él en salva sea la parte y arrojó el reloj, el mate y la bombilla contra el primer guanaco que pasaba. Después volvió a la estancia y sentado a la puerta del galpón meditaría sobre su suerte. No pudo ahogar las penas con el alcohol porque no tenía ningún boliche cerca.
Describiré la situación: Reloj de bolsillo tipo Roskopf, caja de acero, esfera con los daños propios de algún relojero poco escrupuloso pues tiene la cerámica saltada justo entre las 12 y la 1, donde están las patas que la sujeta al movimiento. No funciona por supuesto y al moverlo suena algo suelto en su interior: suficiente para asustar a cualquiera. Abierto y en una primera observación veo que el eje del volante está bien, no tiene pivotes rotos, aunque el propio volante esta inclinado con respecto a su eje. El áncora está bien. La rueda de escape está fané y descangayada; se mueve y da la impresión de tener un pivote roto: si se salva al menos uno, el trabajo será la mitad. No hay más remedio que desmontar para apreciar.
Las ruedas están bien, no tienen ningún diente roto. Aunque en la imagen el muelle real parece estar partido no es así. Estos relojes incorporaban un sistema para evitar sobrepasar la tensión dada y resbalar en la sujeción al barrilete. Por lo tanto está bien y no ha perdido tensión; eso significa que podrá tener más de un día de cuerda. Algún piñon del sistema de remontuar (francés=remontoir) está algo gastado. El áncora ha sido reparada alguna vez pues una espiga es más larga que la otra.
Los relojes tipo Roskopf tienen una sub-platina para el volante, áncora y escape que están soportados por puentes independientes. Esta platina es la 1ª por la izquierda de la fila central. En el cuerno inferior de la media luna de la sub-platina, podemos ver una ranura alargada que termina en un orificio arriba. Un tornillo permite separar esta ranura y con ello variar el ataque de la rueda de escape sobre las espigas del áncora. Este tornillo es el causante, al aflojarlo posiblemente, de que se haya reparado dicha áncora. ¡Recordad esto si cae un Roskopf en vuestras manos! Va anclada sobre la platina principal, 1ª izda. Fila arriba, sobre un perno y cogida por un tornillo a la misma. Este tornillo, de acero templado y por lo tanto frágil, se ha roto
posiblemente por un golpe (¿las boleadoras?) liberando a la subplatina y rompiendo los dos pivotes de la rueda de escape que habrá golpeado contra la rueda de segundos o con la otra platina. ¡Qué descalabro! He aquí la rueda despivotada:
Aunque hay técnicas para perforar lo que queda de eje e introducir un pivote nuevo, -yo tengo una herramienta para ese menester pero no tengo brocas-, es una tarea bastante ardua. También se ha roto un rubí, un cojinete y no tengo la potencia Leitz ni fornituras. Así que me decido por una solución: quitar los dos rubíes, el del puente y el de la platina, y poner unos “buchones” (tapón, bouchon, bush, bushing) cojinetes de metal. Después volver a hacer los pivotes en la rueda de escape. Como la longitud del eje está acortada por la pérdida de los pivotes originales, los buchones me permitirán regular la nueva cota de esta rueda. Teniendo en cuenta que las alas de su piñón tienen que quedar a la altura necesaria para ser atacadas por la rueda de segundos y, sobre todo, que sus dientes y caras de impulsión queden a la altura de las espigas del áncora.
Aquí tenéis una bonita animación del funcionamiento del volante, áncora y escape de este reloj y corazón del mismo.
Merece la pena la web completa. El sitio es pulcro y bien cuidado, como tienen que ser los relojeros (watchmakers) de verdad, entre los que no me encuentro.
Traduzco el epígrafe que está en la cabecera de la animación para los que no saben inglés como yo:
“Guenther Glaser dice en la Horological Encyclopedia que el escape de espigas (pin pallet escapement) fue inventado por Perron en 1798 y usado de una manera profusa en relojes de bolsillo por E. G. Roskopf desde 1813 a 1889. ¿Pero quien es Perron? No podría decirlo porque ni yo mismo lo sé. Pero lo que sí sé es que este tipo de escape mostrado aquí es muy usado en los despertadores.”( Volker Vyskocil)
Y esta es la URL de la animación:
Bonito ¿verdad?.
Bueno estas son las herramientas involucradas:
Un torno Lorch Schmidt de 8 mm con pinzas y algunos accesorios, muchos pero siempre falta el más necesario.
Una punzonadora o remachadora con punzones y tases.
Juego de destornilladores.
Compás de centrado o compás de ochos.
Escariadores
Buril vídia o acero. Yo uso siempre que puedo el de vídia.
Limas para pivotes y bruñidores.
Piedra “Arkansas” o piedra “cándida”. Me gusta la de perfil triangular.
Pinzas de diferentes tipos. Hay muchísimas y cada una tiene su nombre, normalmente con raíces del francés.
E instrumentos de medida. Estos pequeños “pies de rey” del siglo XIX los utilizo para mediciones del espacio entre rubíes o contrapivotes. Aunque no tienen escalas graduadas, por comparación se obtienen las medidas necesarias.
Bueno lo primero es desmontar la rueda de escape, desenclavarla. Yo no creía que fuera posible pero se hace. Tomamos la remachadora, aflojamos el freno de la mesa circular y elegimos el mínimo orificio por el que penetre el piñón de la rueda, sin forzar. A continuación sacamos la rueda y con el punzón de centrar centramos el orificio elegido, después frenamos la mesa. De esta forma el pasaje del punzón en el brazo de la remachadora, el propio punzón por lo tanto y el eje de la rueda están en línea. Colocamos la rueda sobre la mesa circular, el piñón entra por el orificio y el escape queda apoyado sobre la parte circular. Elegimos de la caja un punzón de punta plana, lo introducimos por la parte superior hasta que apoye sobre la “punta” rota del eje. Unos golpecitos, con mucho tacto, con el martillito… y el eje cae dejando la rueda sobre la mesa.
La aplicación de la fuerza precisa y necesaria es muy importante en todas las operaciones de relojería. El libro de justicia de Rusito (http://foro.metalaficion.com/index.php/topic,2866.0.html)no creo que sirviera.
Podemos apreciar en la última foto que la parte del eje que recibe la rueda es cónica.
Y hasta aquí este primer capitulo. Hay más. Si queréis claro está.
Saludos:
Dédalo
CAP 03
He notado algunos cambios en el transcurso del hilo pero no sé a ciencia cierta que ha pasado.
Decíamos ayer… que un accidente me había despojado de la cámara de video y otro del portátil con mis cosas: No mandé yo mis barcos a…Por lo tanto he repetido, de forma simulada, los pasos para que os hagáis una idea.
Tenemos hecho el pivote del extremo del eje correspondiente al piñón y ahora repetimos el proceso para el otro extremo. Este hay que sujetarlo por el propio piñón en la pinza y debemos apretar suavemente. El eje sobresale demasiado y no podremos aplicar la herramienta de corte sin correr el riesgo de romperlo o doblarlo. Utilizamos un soporte en el contrapunto, una “linterna” creo, para apoyar y dejar mecanizable sólo la punta del eje.
Después aplicamos la misma técnica usada en el otro extremo para rebajar, pulir y bruñir, comprobando el diámetro del pivote directamente en en el buchón.
También podemos hacer medidas de los pivotes, para que queden iguales.
Una vez realizados los pivotes hay que volver a ensamblar o “clavar” nuestra rueda de escape de la forma indicada anteriormente para desenclavarla. Buscamos un orificio en la mesa donde entre parte del eje y quede apoyado por el resalte del piñón, centramos el orificio y volvemos a colocar el eje e introducimos la rueda de escape.
Este es el momento de las equivocaciones pues si colocamos la rueda al revés, las espigas del áncora no encontraran las caras de impulso de los dientes de la rueda. Una pequeña marca al desmontar o estudiar la rueda y su funcionamiento es la solución para encontrar la posición correcta.
Ahora para clavar de nuevo la rueda necesitamos batir un poco el metal que está circundando al eje. Tomamos un punzón un poco redondeado en la punta y con un orificio por el que entre sin holgura y no prieto el eje. Ya vemos que la punta del punzón elegido va a entrar en contacto, de forma progresiva, con el metal de la rueda en el lugar apropiado.
Unos golpecitos, cuestión de tacto, con ese precioso martillito y el metal se “expande” apretándose de nuevo contra el eje.
Y este es el resultado final de nuestro trabajo hasta ahora:
Desde aquí os animo a que le “metáis mano” a estas pequeñas máquinas. El taller ocupa poco espacio. Mi mujer dice que no y tiene razón como siempre. Yo lo tengo ubicado en un buró (francés=bureau=oficina) como podéis ver, y una vez que se cierra la persiana desaparece el lugar de trabajo…pero podéis constatar que yo voy añadiendo cajas importantísimas alrededor… y al final: la riña.
El trabajo no es sucio o no debe serlo. Produce un gran sosiego. Hasta los entes animados de “sangre azul” lo utilizaron como “hobby”. Sin ir más lejos: Luís XVI de Francia; aunque éste tuvo un pequeño percance mientras lo afeitaban y le hicieron un cortecito en el cuello con una cuchilla un poco grande: La puerta-sin-batiente que cita Carpentier (El siglo de las luces).
Hasta la próxima entrega. Os adelanto que el muchacho, al final, se casa con la muchacha porque los padres dan su consentimiento; los Capuletos se rinden y Romeo entra de ATS en un lazareto-franquicia.
Un saludo:
Dédalo
CAP 04
Ahora nos enfrentamos al siguiente paso: adecuar la platina y el puente de escape para recibir la rueda. Una observación del puente nos muestra el rubí roto. No es este rubí como los de la foto de loosetime mostrados anteriormente. El borde o pestaña que se ve rodeándolo es el ribete que ha dejado la prensa que lo colocó. Se puede apreciar la fisura.
Rebusco entre las cosas y fornituras que tengo y en el tubito de la foto hallo dos buchones apropiados.
Se extrae el rubí que hay que sustituir con la punzonadora rompiéndolo, y dejamos el orificio que hay que agrandar. En el caso del puente lo hago con un escariador de cuatro caras, como algunos próceres de la patria. Es una herramienta con forma de obelisco egipcio, de aristas muy afiladas con la que se puede abrir un taladro ligeramente cónico, lo cual nos vendrá bien para embutir el buchón. Creo que en las primeras fotos enseñé algunos escariadores sobre su funda roja. Es una operación delicada pues es fácil “pasarse”. En las siguientes fotos podemos ver el antes y el después:
Habría sido mejor utilizar el plato de centrar y refrentar en el torno para mandrilar el orificio, pero al ser la pieza tan pequeña me resultaba difícil. Esta técnica la he empleado en la sub-platina.
De igual manera que con el puente extraemos el rubí con la punzonadora.
Y ahora empleamos el cabezal de centrar. El trabajo verdadero estaba en la cinta averiada así que lo siguiente es “falso”, es una simulación. Creo que lo interesante es ver la parte del torno involucrada. Es un aditamento muy bonito que permite sujetar con esas garras-pinzas piezas de relojes de muy diferentes formas. En el caso que nos ocupa el útil centrador se aplica desde atrás. El orificio del buchón queda colocado y se puede aplicar la herramienta de corte.
Introducimos ahora el buchón en su alojamiento de nuevo por medio de la punzonadora. Hay que tener en cuenta la altura a la que debe quedar la rueda de escape para que sea atacada por la rueda de segundos en su piñón y ella, a su vez, pueda impulsar al áncora en las espigas. En la primera foto vemos claramente el tornillo regulador del ataque áncora-escape y la ranura que permite mover esta parte. En la última foto puede verse la diferencia de alturas entre los dos alojamientos: el que tiene aun el rubí (áncora) y el reparado (buchón). Al ser esta una sub-platina que va situada encima de la platina principal se observa cómo, en la factoría, se han socavado los antiguos alojamientos de rubíes para compensar la altura de los ejes y no tener que hacerlos demasiado cortos.
Y esta es la prueba de que todo marcha bien por ahora. No tengáis en cuenta las rebabas que existen alrededor de los nuevos buchones: simplemente he hecho las fotos antes de la limpieza y repaso final.
Esto marcha y ya podemos ver la rueda de nuevo dispuesta a girar. Está “presentada” únicamente para ver que gira bien y paralela a la platina.
Desmontamos de nuevo y buscamos en la “caja de sastre” un tornillo que sustituya al que sujetaba la sub-platina y que al romperse dio lugar al estropicio. Una vez encontrado se comprueba que rosca bien y se corta para que no sobresalga por debajo y dificulte la colocación de la esfera. Después, la cabeza, se pulirá con el útil que ya conocéis porque lo he visto en algún hilo.
Y para finalizar esta parte montamos todo provisionalmente para comprobar que la rueda de escape impulsa al áncora y esta consigue mover al volante.
Entendidos: Sí, ya sé que la espiral está al revés…por ahora. No creo que influya en el tiempo como 4ª dimensión y volvamos hacia atrás, hacia la joven indeterminación.
Y aquí termina este capitulito. ¡Tranquilos todos, sólo quedan 1324’16!, pero como no le pagaba a los amanuenses, se me han despedido y he tenido que reducirlo todo. Quizá la próxima sea la última entrega para alegría vuestra.
Saludos:
Dédalo
…y CAP 05
Ya dije hace unos años, en el capítulo 01, que en la primera observación del reloj comprobé que el volante estaba alabeado. Esto quiere decir que el plano de giro no estaba perfectamente perpendicular al eje. Para solucionarlo montamos el conjunto volante/eje en un compás centrador como vemos en la foto. Es un útil que permite sujetar el conjunto del volante por los pivotes, sin hacer presión, para que gire libremente. De eso se encarga el tornillo con contratuerca. Después podemos desplazar un índice para que actúe como referencia del descentramiento. Cuando vemos en qué sentido esta descentrado forzamos, como siempre con mucho tacto, con el dedo índice al volante en el sentido contrario dando pequeños tirones para conseguir que el lugar donde se ha “clavado” el volante ceda un poco. En este caso un brazo del volante estaba un poco doblado y he tenido que desmontar la espiral (hairspring) para centrar el volante en la mesa de la punzonadora. La espiral entra a presión en el eje por medio de la virola. Esta es el anillo de metal que está en el centro de la espiral con una ranura radial para que pueda abrirse. La espiral va sujeta, ¡locura total!, a la virola en un taladro pasante paralelo a la misma y por medio de un pasador. La espiral es el elemento regulador del tiempo, el más delicado de todo el reloj y el que más problemas nos da a los principiantes. He desgraciado “algunos” movimientos por falta de tacto. Aunque yo creo que no es por falta de tacto sino de “oficio”. Una vez que “aprendes” cómo sujetar para manipular el conjunto volante-puente, que van unidos como veremos después, desaparecen gran parte de los problemas. Bueno Tor he caído en el insulto preferido de Haddok: el anacoluto, y me he perdido en el discurso…A ver ¿Por donde íbamos? De una forma u otra hemos centrado el volante y le restituimos la espiral, tratando que en estado de reposo la parte de impulso del conjunto volante “apunte” al eje del áncora y de esa forma conseguir iguales batidos a ambos lados.
Aquí se ha terminado la 1ª parte de la reparación. A continuación, para comprobar que todo está bien, monto de nuevo el movimiento completo sin el volante, aceito los ejes provisionalmente y compruebo que el tren funciona hasta el áncora. Dando dos vueltas de ”cuerda” a la corona, se comprueba que nuestra rueda de escape recuperada manda fuerza al áncora; para ello, con un destornillador finito la empujamos levemente y comprobamos que en un lugar del arco recorrido salta sola hasta parar contra la espiga de detención. La rueda de escape ha hecho resbalar la espiga del áncora sobre la cara de impulso y la otra espiga ha caído en la cara de detención. Lo hacemos a la inversa y todo sigue bien. Si lo hacemos 15 veces habremos comprobado todos los dientes de la rueda de escape. Y llega el momento de colocar el “corazón”. Tarea delicada en la que me extenderé (¡horror más!) en el montaje definitivo. Sólo decir que un aviso de que todo está muy bien, es la “voluntad” de latir que tiene el volante y que le hace, a veces, comenzar a batir antes de estar totalmente colocado como podremos ver en el video final.
Bueno a continuación yo, y desconozco lo que hacen los profesionales, desmonto absolutamente todo y lo preparo para una limpieza. En una benzinera coloco todo aquello que pueda tener restos de grasa o aceite. La benzinera se llenaba naturalmente con benzina pero esta ya no se encuentra. Antiguamente he visto utilizar gasolina pero no se lo aconsejo a nadie pues ahora lleva aditivos para estropear los motores y que haya que comprar un coche nuevo y de esa forma mantener esta “máquina” absurda. La gasolina ahora es corrosiva. Se utiliza Heptano. Hemos colocado todas las piezas dentro del heptano menos el muelle real y la espiral que se tratan por separado. La espiral se sumerge en tricloroetileno y el muelle real se limpia con un trapito que no deje hilachas. También utilizo una “formula magistral” a base de ácido oleico, amoniaco, acetona y algo más que no recuerdo. La he probado pero os aseguro que no “coloca” casi nada, sin embargo deja las piezas bastante bien: algo es algo.
Una vez secas las piezas comenzamos el montaje.
El montaje se hace sobre un soporte especial para evitar tocar mucho con los dedos. Lo siguiente sería una secuencia casi lógica del proceso.
La espiral tiene un capítulo aparte. En la siguiente foto podemos ver la espiral presentada. Ha pasado por el orificio del pitón y a la derecha está el perno cónico con el que se aprieta. La longitud del resorte da el período de oscilación, pero es una locura de difícil explicación porque la longitud puede variar según la espiral se contraiga o se expanda. La longitud efectiva la dará la “bota” (tiene forma de ese tipo de calzado) que está en la raqueta y su espiga. La vemos en el sector de 120º de la derecha. Está desplazada y se puede adivinar una espiga que está entre la última espira y la bota como se puede ver en las siguientes fotos:
Si alguien tiene interés le podría explicar lo que pasa en ese lugar pero es laaargo. Se aprecia cómo se ha contrapesado, rudamente, el volante a base de quitar material.
He restaurado un poco la esfera con NURAL 26.
Unas imágenes animadas de parte del proceso y al final nuestro reloj pampeano funcionando. Habrá que darle algunos toques para volverlo un poco al “tiempo”.
El gaucho me ha dado las gracias. Ha intentado arrastrarme para llevarme a un boliche pero he declinado la invitación: no me fío de la mezcla alcohol-boleadoras. De cualquier forma y casi por arte de magia, el gaucho ha sacado un bombo, que me ha entregado, y ha cogido una guitarra él, después nos hemos marcado unas chacareras añorando el norte. Yo habría preferido una samba, que no un samba.
Y con esto doy por terminado este post y casi termino, extenuado, yo: el próximo no será sobre relojería. Espero que os haya servido aunque sea para entreteneros, yo doy fe de que he estado muy, muy entretenido.
Saludos
Dédalo
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